¿Se relaciona la Biblia con la historia?
Autor: Carol Meyers
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)
Leer la Biblia puede parecer como leer historia, ya que muchas narrativas bíblicas parecen contar eventos del pasado. Pero ¿es realmente la Biblia un libro que informa sobre el pasado “como realmente sucedió”? Hasta hace relativamente poco la respuesta a esa pregunta habría sido “sí”. Después de todo, si la Biblia es la palabra de Dios, ¿no debería ser precisa? Pero desde el siglo diecinueve, e incluso antes, los estudiosos han identificado problemas generalizados en la comprensión de la relación entre la Biblia y la historia.
El primer problema es que los descubrimientos de la era moderna contradicen los textos bíblicos. La astronomía y la biología muestran que los orígenes y el desarrollo del mundo y sus habitantes fueron parte de un proceso largo, complejo y continuo que no se puede conciliar con Génesis 1. La evidencia geológica descarta la posibilidad, propuesta en Génesis 6-9, de que toda la tierra haya estado cubierta de agua en los periodos de tiempo desde el inicio de la vida humana.
El segundo gran problema fue causado por los resultados de las excavaciones arqueológicas que han desafiado la historicidad de muchas narraciones bíblicas. Por ejemplo, las excavaciones de Jericó y Ai muestran que ninguna de las dos poblaciones existía en el momento de los inicios de Israel; las historias dramáticas de la conquista de Jos 2-6 y Jos 7-8 no pueden tomarse al pie de la letra.
Otros problemas surgieron con el estudio de la Biblia misma. El crecimiento de la información acerca de los idiomas bíblicos y características literarias llevó a la comprensión de que las narrativas bíblicas sobre el antiguo Israel alcanzaron su forma final muchos siglos después de los eventos que describe. Los narradores no fueron testigos oculares de los eventos que cuentan. Más bien recurrieron a una variedad de leyendas, tradiciones, cuentos populares y otros materiales que ya no pueden identificarse; pero pocas de estas fuentes pueden considerarse objetivas. Estudios minuciosos de las narrativas bíblicas revelaron que están repletas de inconsistencias e incluso contradicciones evidentes. Por ejemplo, los humanos son creados antes que la vegetación en Gen 2:4-9, pero luego en Gen 1:11-27 las plantas son creadas antes que los seres humanos. O en 1Sam 17:50 David mata a Goliat, mientras que en 2 Sam 21:19 lo hace Eljanán. A mayor escala, el libro de Josué proclama que los israelitas conquistaron “toda la tierra” (ej. Jos 10:40), pero el libro de Jueces describe la supervivencia de muchos cananeos y otros pueblos.
Otro problema es que muchos “eventos” relatados en la Biblia se dicen que fueron actos de Dios. El relato del Éxodo, por ejemplo, proclama que “el Señor hizo retroceder el mar … y las aguas se dividieron” (Ex 14:21), permitiendo a los israelitas cruzar el Mar Rojo. Las declaraciones de este tipo no se pueden verificar ni refutar. Son declaraciones interpretativas, no informes históricos.
Por lo tanto, comprender las narraciones bíblicas significa dejar a un lado la noción de que todo lo que se dice en la Biblia es de hecho “verdadero”. La forma en que las personas en la antigüedad bíblica contaban su pasado no es la misma que en el mundo moderno. Hoy en día esperamos que la “historia” proporcione una narración precisa de los eventos reales, aunque todavía nos damos cuenta de que dos observadores oculares de un mismo evento lo recordarán de diferentes maneras, dependiendo de sus intereses individuales y creencias previas. Pero este es un enfoque relativamente nuevo, uno que no estaba presente cuando las narrativas bíblicas tomaron forma.
Al igual que otros narradores de historias antiguas, los formadores de las narraciones bíblicas no estaban preocupados por hacerlo objetivamente bien, más bien, su intención era destacar algún puntos importantes. Sus narraciones podrían servir para diferentes propósitos, todos relevantes para sus propios periodos de tiempo y para el público al que se dirigían. Podían tomar una leyenda popular y embellecerla aún más; cuanto mejor sea la historia, más probabilidades hay de que la gente escuche y aprenda. Utilizaron una variedad de fuentes más su propia imaginación creativa para dar forma a sus historias. Piensen en todos los discursos citados en la Biblia. No existían los dispositivos electrónicos para conservar las palabras de los personajes bíblicos. Los discursos y declaraciones de estos protagonistas bíblicos son lo que el narrador creía que se habría dicho, dadas las circunstancias descritas. Las narrativas bíblicas trataban de aprender del pasado, incluso de un pasado “inventado”. La importancia de David se da a conocer a través de hechos heroicos, al igual que la honestidad de George Washington se presenta en el incidente del árbol de cerezo. Los hechos no eran el punto de la cuestión, sino que lo fundamental era lo que se podía aprender de las narraciones.
¿Esta comprensión de la historicidad de los textos bíblicos significa que carecen de validez? Absolutamente no. Experiencias y eventos auténticos seguramente subyacen a muchas narraciones bíblicas. La arqueología puede cuestionar la historicidad de algunos textos, pero también pueden indicar en general la veracidad de otros. Por ejemplo, el inicio de los israelitas en la tierra puede no ser el resultado de hechos militares como lo describe Josué, pero el florecimiento de pequeños asentamientos en la región montañosa al comienzo de la edad de Hierro refleja, probablemente, el surgimiento de la población que finalmente fue identificada como israelita. Los descubrimientos arqueológicos también pueden autenticar personas y eventos específicos. La estela de Mesa, una inscripción del siglo IX a.E.C. encontrada en Jordania, menciona al rey bíblico Omrí y al gobernante moabita Mesa; también informa que Omrí había oprimido a los moabitas. Estas características resuenan con ciertos aspectos, aunque no todos, de la narración en 2 Re 3. También otros textos y monumentos de pueblos antiguos del Oriente Cercano contienen información que se correlaciona con algunos textos bíblicos.
Aunque la mayor parte del Génesis pertenece al ámbito del mito y la leyenda, eventos y personajes históricos pueden reflejarse en muchas otras narraciones bíblicas. Cada episodio debe ser examinado en relación con otras fuentes, tanto arqueológicas como textuales; y también debe tenerse en cuenta sus características literarias. Largos trazos de la historia israelita pueden aparecer a la vista, pero es probable que relativamente pocas de las narraciones puedan considerarse historia “como realmente sucedió”. Quizás, la mejor manera de acercarse a la Biblia en relación con la historia es dejar de preguntar si es verdad o no y considerar qué verdades cuentan sus historias.
Bibliography
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- Isbell, Charles David. “‘History’ and ‘Writing.’” The Bible and Interpretation, August 2003.
- McKenzie, Steven L. “Historiography, Old Testament.” Pages 418–25 in Dictionary of the Old Testament: Historical Books. Edited by Bill T. Arnold and H. G. M. Williamson. Downer’s Grove, Ill.: InterVarsity Press, 2005.